TRANSICIÓN DE RIGIDECES EN LA VÍA Parte V



CUÑAS DE TRANSICIÓN



Al respecto, la Union Inernationale des Chemins de Fer en la norma UIC 719R agrupó los diferentes tipos de cuñas de transición de las Administraciones europeas. Todas estas cuñas presentan las siguientes características en común:
  •        Longitud mínima de la transición de 20 m.
  •        Relleno del trasdós del estribo con materiales granulares tratados con cemento.
  •       La necesidad de disposición de capas o membranas drenantes en el trasdós de los muros y estribos. Un factor a tener en cuenta en el diseño de la vía en relación a evitar variaciones longitudinales de rigidez es el drenaje adecuado y el uso apropiado de los geotextiles en las proximidades de los puntos singulares.
  •        Tratamiento con cemento de la capa de sub-balasto.
  •        Tratamiento con cemento de la capa de forma en proporción del 3% en peso.



 
Figura 9.- Esquema de la estructura de las cuñas de transición.

Para evitar la generación de asientos en el núcleo de las cuñas, éste deberá construirse con materiales de muy buena calidad, con bajo contenido de finos (V2
controlado con el ensayo con placa de carga de 80 MPa para permitir la obtención de una rigidez global de la vía y con una densidad Próctor Modificado de 0,95 para que con la energía de compactación suficiente se obtenga un material granular estable sin movimientos de partículas (CBR mínimo 17).



                El diseño de la cuña de transición para estructuras enterradas depende de la profundidad a la que se encuentre la obra de arte, siendo H la distancia entre ésta y la capa de la sub-rasante y para obras de arte a nivel (H=0) resulta también un diseño especial (Figura 10).




Figura 10 .- Esquema de cuñas de transición adoptadas por ADIF España, construidas después del terraplén adyacente.

                De todas las soluciones planteadas, actualmente la conformación de cuñas invertidas es la más utilizada en las obras de nuevo trazado ferroviario y renovaciones de vía consultadas.


CONCLUSIONES


Desde un principio, las soluciones propuestas para evitar la variación longitudinal brusca de la rigidez vertical se enfocaron en reforzar únicamente la plataforma de la vía en la zona de los estribos, y como consecuencia se evidenció  que  de no estar acompañada de un diseño de la transición que conduzca a una variación longitudinal gradual, no sería efectivo. Asimismo se constató que si la solución propuesta no va acompañada de la medición empírica de la rigidez vertical y su variación longitudinal a fin de controlar los efectos esperados, se producirán fallas en la materialización de la cuña, con el deterioro progresivo de la vía.

Las administraciones europeas encontraron  que los resultados obtenidos en relación a las pequeñas obras de arte pusieron de manifiesto que variaciones longitudinales bruscas de rigidez producidas en ellas tienen fuerte incidencia en el mantenimiento y sus costos; requiriendo entre un 10% y hasta un máximo de 3 veces más recursos que el mantenimiento medio de una línea sin Obras de Arte.
Cabe destacar entonces que resulta conveniente que las Obras de Arte de reducida longitud se agrupen respetando los requerimientos de escurrimiento de la cuenca sin la generación de efectos barrera, con el objeto de reducir las cantidades de zonas con variaciones longitudinales de rigidez vertical y las que se construyan dispongan de sus cuñas de transición para homogeneizar la rigidez con sus variaciones obligadas producidas en forma gradual. El diseño adecuado de las cuñas y su correcta ejecución repercutirán favorablemente en el comportamiento geométrico de la vía.
Paralelamente las administraciones avanzaron en la modelización dinámica de la interacción entre el vehículo y la vía y encontraron un comportamiento distinto  cuando se pasa en la vía de mayor a menor rigidez que cuando se está en el proceso contrario. De todas formas una transición lineal para ambos casos ofrece resultados satisfactorios.
Se concluye que la transición entre una obra de arte y el terraplén contiguo constituye un punto delicado de la infraestructura ferroviaria, en el cual se generan variaciones longitudinales de la rigidez vertical y en el que se conjugan técnicas propias de la vía con características geotécnicas y estructurales. Una transición deficiente generará importantes irregularidades geométricas con asientos diferenciales entre la vía y el emparrillado de la vía y la estructura, efectos que se hacen más notables cuanto mayor es la velocidad de los trenes, producto de las sobrecargas dinámicas. Este mayor nivel de tensiones en el balasto conlleva a la pérdida de la nivelación longitudinal más rápido, obligando a aumentar la frecuencia de intervención de los trabajos de bateo y estabilización,  incrementando notoriamente los costos de mantenimiento y disminuyendo la disponibilidad de la infraestructura ferroviaria para las circulaciones de trenes previstas.
En los casos descriptos no aparecen transiciones de la rigidez vertical de manera natural en la vía, constituyéndose variaciones bruscas de la misma. Para minimizar los efectos negativos sobre la degradación de la vía y evitar la pérdida de calidad en la circulación, se deben contemplar en los proyectos soluciones para responder a la falta de continuidad de la rigidez vertical en los puntos singulares.


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